sábado, 9 de julio de 2011

MARGOT RÖMER (1938 – 2005)



Margot Römer, esta artista venezolana ya fallecida (2005), nace en Caracas el 7 de octubre de 1938. Realiza sus primeros estudios con Armando Lira, continuando posteriormente en el Taller de Lucio Rivas en donde adquiere uno de los elementos más importantes en su obra: el color. Entre 1965 y 1968 participa en el taller libre de arte y luego de 1969 a 1971 en la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas Cristóbal Rojas, paralelamente al Centro Gráfico del INCIBA asistiendo a este hasta 1972. Concurre al Taller de Grabado de Luisa Palacios de 1973 a 1974 participando en una serie de experiencias colectivas desconocidas hasta entonces en el país tales como el Pop y dando un sentido actualizado a la figuración.

En 1974 retoma la pintura, después de la etapa en que utilizaba objetos diversos de desecho tales como puertas y gasolineras aplicando a ellos colores vivos (rojo, rosado, verde, violeta) a los que imprimía un sentido de ironía.
En este retorno a la pintura está caracterizado por el conjunto de los “urinarios” tomando de ellos detalles, los amplifica y los presenta en composiciones multicolores de aspecto sedoso que recuerdan vísceras, mucosas órganos de gran impacto visual.
En 1978 inicia la serie de las banderas dando un sentimiento nacionalista, constituyen el desarrollo de las formas sinuosas de producciones anteriores.
En 1980 inicia sus trabajos con objetos orgánicos, conchas marinas crenado formas de aspecto porcelanizado muy sensual.
En su obra las formas de la realidad solo están sugeridas con franca elocuencia su técnica a los comienzos se producía a la manera de un impacto visual pero luego dicho efecto se prolonga debido a su cromatismo incandescente siendo el color elemento fundamental.
Al irrumpir Margot Römer en la decisiva década de los setenta, tras ella están vigentes esos tumultuosos años sesenta, que habían planteado la necesidad de estar comprometidos en lo colectivo y abierto.

Con Margot Römer un puñado de jóvenes valores venezolanos emprende un intenso, incontenible proceso complementario: se niegan a estar fuera de la obra. Desdeñan el orden estético que en el fondo soporta los grandes movimientos de la década precedente, amparados por lenguajes aprobados, que servían de paraguas protector.









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