domingo, 4 de septiembre de 2011

EL REGRESO DEL MIOPE




 

Después de pasar un tiempo en la sombra corriendo desnudo por los bosques y emitiendo sonidos espeluznantes a diestro y siniestro. He decidido regresar con un buen puñado de buenas intenciones. 
El tren me ha dejado en la estación hacia el mediodía con una maleta llena de camisas sin planchar. Buen uso haré de ellas en cuanto les consiga dar un aspecto decente.
He subido al taxi más  rápido de la ciudad y en cuestión de segundos me ha dejado en la puerta de correos. Allí me esperaba un sinfín de correspondencia amontonada, triste y llena de pesimismo. 
Aunque he pasado ya dos noches aquí, aun nada ha podido restablecer mi voluntad hasta el punto que yo pretendía. Y aunque por ello he decidido no arrojar todavía mi escudo al suelo; si he de confesar que mis armas y otros objetos punzantes así como mi avión kamikaze y mis piedras más  pesadas ya no pretenden ser útiles ni imprescindibles. Si alguien está interesado podrá hacerse con toda la colección a un precio bastante razonable. 
Nadie había regresado antes con tanta energía, pues mi testosterona está por las nubes y mis ganas de evacuar van a comprometer un poco mis respuestas virtuales. Y si alguien cree que puede boicotear el regreso del miope, más vale que vaya agachando la cabeza bajo algún retrete que no contenga los restos de mis palabras ya que están formadas por letras letales que por menos de nada son capaces de cortar cabezas y perforar los más escurridizos traseros.



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