martes, 13 de diciembre de 2011

SABER QUE NO SE SABE YA ES SABER




 


“Solo sé que no se nada y, al saber que no sé nada, algo sé; porque sé que no sé nada”

Sócrates


Si usted no sabe que sabe, cree que no sabe. Por otro lado, si cree que sabe y no sabe, actúa como si supiese. Esto puede provocar graves consecuencias.
Todos somos ignorantes, pero en temas diferentes. Al ser humano le es imposible saberlo todo. Reconocer la ignorancia en alguna cosa es ya un conocimiento, porque abre la puerta del aprendizaje.
Nuestra mayor ignorancia es no saber que no sabemos. La arrogancia es ceguera cognitiva. Es volverse ciego al conocimiento.
Todo lo que aprendemos en la vida pasa por cuatro fases, y la ignorancia es la primera fase del aprendizaje.
En la fase de la ignorancia, no saber cuánto no sabemos. Cuanto llegamos a saber que no sabemos, es que ya estamos aprendiendo y entramos en la segunda fase.
La segunda fase es tener una buena información sobre alguna cosa, es decir, cuanto sabemos y cuánto no sabemos.
La tercera fase es la del conocimiento. Es cuando sabemos cuánto sabemos. ¿De qué modo comienza la fase de conocimiento? Con la confusión. Al pasar de la fase (estar informados) a la tercera (conocimiento), hay que cruzar el territorio de la confusión. Cuando llegamos a  este punto, muchos abandonan el proceso de aprendizaje, ya que no soportan atravesar la confusión. Si supiéramos y entendiésemos  la importancia que tiene esta etapa del conocimiento, el aprendizaje sería mucho mejor. Pero esto no es lo que sucede, Las personas temen la confusión (Dios mío, no entienden nada. No lo consigo. Es demasiado difícil para mi cabeza!), porque no quieren abandonar la zona de comodidad.
Si usted se siente un poco confundido al leer este artículo, eso es una buena señal. Quiere decir que está dispuesto incorporar nuevos conocimientos.
Si ante nuestros ojos apareciera algo completamente nuevo, que nunca hubiéramos visto antes, nuestra primera percepción parecería confusa (¿qué es eso?). Pero nuestro cerebro tiene la capacidad de procesar informaciones, siempre y cuando estemos abiertos para que eso ocurra, y tarde lo que era confuso se volverá familiar, y lo que incomprensible se volverá obvio. Como ya he dichos arrogancia (el orgullo, la soberbia), es ceguera cognitiva. Asumir una pose de sabelotodo significa cerrar los canales al conocimiento. Para llegar al conocimiento, necesario abrirse a lo nuevo y tener voluntad para aprender, para, sin miedo (¡al contrarío!), penetrar en lo desconocido. Solamente de esta manera es posible superar dificultades y atravesar la confusión.
En la plenitud del conocimiento (que no significa saberlo todo, sino saber bien lo que se sabe), se llega a la cuarta fase del aprendizaje: la sabiduría. Nuestro cerebro ha conseguido asimilar de tal manera ese conocimiento que ya no necesitamos prestarle atención, está en nosotros, forma parte de nuestra estructura mental. En esta fase, la persona no sabe cuánto (o cómo) sabe.
El bebé nace sin saber caminar. Al principio, ni siquiera sabe que no sabe. Más tarde, cuando ve a otras personas andando, desea también caminar, y entonces se da cuenta de que no sabe. Al tomar conciencia de su ignorancia, comienza a aprender. Después realiza las primeras tentativas y al principio no consigne ningún resultado, pero ya se da cuenta de lo que debe hacer. Entonces comienza a probar con más ahínco, da dos o tres pasos y se cae. Lo intenta de nuevo y se cae. Se siente confundido y lo intenta nuevamente. Y continúa cayéndose, pero no renuncia, hasta que aprende. Pasado algún tiempo, aquello que le había exigido tanto es fuerzo para aprenderlo se convierte en algo tan simple que ni siquiera se da cuenta de que está caminando.
Somos inconscientemente incompetentes en la primera fase, conscientemente incompetentes en la segunda, conscientemente competentes en la tercera, e inconscientemente competentes en la cuarta. Así es el proceso de aprendizaje.






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